Latimos por el que no delega, no espera ni se entrega. Latimos por el que ni ordena ni obedece, sino que escucha y aconseja. Latimos también por el que cree en sí mismo, por el que no transige, por el que no calla ni se resigna. Latimos por el que sabe que no necesitamos a gobiernos, bancos o empresas, las personas sólo necesitamos a otras personas. Latimos por las manos fértiles y capaces, por las que dan y cuidan. Latimos por las bocas que dicen basta y por las que insuflan ánimo. Latimos en los pechos que por encima de todo aman, aman y son amados, aman lo que hacen y aman la vida. Latimos. Latimos con ritmo certero y tenaz por la oportunidad extraordinaria que se nos presenta, cada día con mayor claridad. La oportunidad de ser dueños de nuestra libertad, la oportunidad de fabricar, cultivar, coser, reciclar y construir nuestra propia dignidad, la bellísima oportunidad de que nuestro bienestar y felicidad, vuelva a depender de nosotros mismos. No podemos desaprovecharla.